En el mes de Setiembre, todos los años se celebra al Corazón.
Por un lado, se hace referencia al tema salud, dada la importancia vital que trasciende su asociación con lo romántico, pero indudablemente es el mes de la primavera, o sea que el amor, no pasa desapercibido.
El corazón ha sido representado en todas las etapas de la historia. Se le han asignado cualidades, sentimientos y emociones de todo tipo; ha sido símbolo del valor, la fuerza, el alma, el sufrimiento, la propia vida.
En la antigüedad era asociado con una idea vegetal, representado con hojas de hiedra, nenúfares o incluso semillas.
Se han escrito muchos dichos y proverbios sobre el corazón, y en ellos ya nos hablan de que los hay buenos, malos, y también peligrosos. Pero lo que no está escrito y se aprende viviendo es a reconocerlos, a conocer el nuestro y cuidarlo.
Muchas veces durísimas experiencias marcan nuestras vidas, y en Viaje al corazón un contador de historias-medicina, puede intentar hacernos comprender que sanar, ser feliz, gozar de la infinita maravilla que es la vida, no tiene edad.
Las decisiones que debemos tomar desde que somos niños siempre nos acompañarán, dejándonos huellas en el corazón. En el corazón del bosque que es un guiño al cuento de Pinocho, se crea una fábula sobre la infancia y de cómo hay decisiones que nos pueden cambiar la vida.
Y lo que muchas veces parece una sucesión de hechos signados por el dolor, puede transformarse a medida que el lector avanza, en parte de un proceso necesario para entender el presente, como ocurre en Corazón en llamas.
En Un corazón para dos, se plantea el cuestionamiento de si el alma de una persona estuviera alojada en el corazón, y si ese corazón fuera trasplantado a otra persona de quien uno se enamora, ¿Sería amor verdadero?
Y En el corazón de los fiordos no solo se puede descubrir el verdadero amor, sino también esclarecer los secretos que llevan décadas dormidos en la historia de una familia.
Yo antes de ti reúne en una novela conmovedoramente romántica, a dos personas que no podrían tener menos en común, y lo hace solo con una pregunta: ¿Qué decidirías cuando hacer feliz a la persona a la que amas significa también destrozarte el corazón?
Solo nosotros somos capaces de decidir hasta donde abrimos nuestros corazones.