El acervo artístico del BROU está conformado por unas 1300 obras realizadas por artistas nacionales y extranjeros de diversas épocas, distribuidas en las diversas dependencias de la Institución en Montevideo e interior.
Petrona Viera nació el 24 de marzo de 1895 en la ciudad de Montevideo. Fue una artista plástica de referencia a nivel nacional e internacional, siendo una de las primeras mujeres en destacarse en el mundo del arte de la región. Se caracterizó por ser la figura femenina del planismo uruguayo y por incursionar en diversas técnicas dentro de la pintura.
Fue la primera de once hermanos, hijos de Carmen Garino y Feliciano Viera -presidente de Uruguay entre 1915 y 1919-. A sus dos años de edad, producto de una meningitis, quedó sorda.
Sus padres contrataron a Madeleine Larnaudie, maestra particular que ofició de instructora estudiantil de su hija. En su niñez, Petrona aprendió el lenguaje de señas y a leer los labios, lo que le posibilitó comunicarse con su familia.
Entrada su juventud, tomó clases con el pintor catalán Vicente Puig. Dado que su profesor se mudó a Buenos Aires, Viera comenzó a estudiar con quien fue su gran maestro y guía durante veinte años: Guillermo Laborde, reconocido pintor, escultor y diseñador uruguayo.
Con su nuevo docente, incursionó en la corriente planista, que planteaba la producción de obras con imágenes bidimensionales situadas en planos superpuestos.
Rápidamente se consolidó como artista y fue destacada por la crítica especializada. La luminosidad, la excelencia de sus dibujos y el cromatismo, sobresalieron a los ojos del público. En las décadas de 1920 y 1930, Petrona Viera representó -principalmente- escenas cotidianas, juegos de niñas y niños, retratos y paisajes, logrando imponer un sello propio dentro de la corriente planista.
Tal fue su impacto que los críticos tenían permanentemente en cuenta sus trabajos, apareciendo su nombre en distintos artículos de prensa, programas de radios y conferencias. En un mundo dominado por lógicas patriarcales, Petrona Viera tomó un protagonismo inusual en la esfera artística de la región.
La primera muestra de su autoría fue en la Galería Maveroff, en 1926. Tiempo después participó en exposiciones en Buenos Aires en 1931 y en París en 1938. Entre sus piezas más relevantes estuvieron “Las niñas”, “El cuentito” y “Recreo”.
Su obra tuvo un quiebre cuando falleció Laborde, hecho que la afectó personal y profesionalmente. Desde 1943, Petrona trabajó con el profesor Guillermo Rodríguez, con quien exploró en el óleo, la acuarela, la cerámica y los grabados tanto en metal como en madera. Las temáticas de sus piezas cambiaron, inclinándose por representar escenas naturales, como flores y animales.
En su última etapa artística, elaboró piezas en su hogar, pintando e imprimiendo grabados en formatos pequeños y con técnicas libres tendientes a la abstracción.
Petrona Viera falleció el 4 de octubre de 1960 a los 65 años de edad. Pese a su desaparición física, dejó un entrañable legado, siendo una de las pintoras más trascendentes del siglo XX en América Latina.
Sesenta años después de su fallecimiento, el Museo Nacional de Artes Visuales -MNAV- presentó una muestra retrospectiva antológica de su obra, que causó gran interés por sus piezas. De hecho, la exposición se trasladó a República Dominicana, el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile, el Museo de la OEA de Washington y el Museo Nacional de México, entre otros sitios.
Asimismo, en 2024, el Ministerio de Educación y Cultura junto al Área de Gestión Territorial de la Dirección Nacional de Cultura y el MNAV, realizó la exposición itinerante “Petrona Viera – Paisajes”, divulgando sus obras por diversas localidades del país.
